ANTES DE LIMPIARLO, ASPÍRALO
Hay un paso que tienes que realizar en todos y cada uno de los casos, sea como sea tu sofá: ¡aspirarlo! Así eliminas polvo, pelos, ácaros, migas de pan… Quita los cojines y asientos si se puede, y aspira cada uno de ellos individualmente y después toda la superficie del sofá –recovecos incluidos–. Si está pegado a la pared o tiene muebles cerca, sepáralo para pasar también la parte trasera, la de abajo (si puedes). Hazlo con el accesorio del aspirador con forma de cepillo y con el de boquilla plana para llegar bien a todas las esquinas. Si no lo tiene, emplea un cepillo de cerdas finas para eliminar lo que el aspirador no haya podido quitar. Limpia también las patas u otros elementos que no sean de tela con un paño que no deje pelusas.
Después, dependiendo de cómo sea tu sofá y la tela, lo limpiarás de una manera u otra. Si es desenfundable, quita las fundas y lávalas siguiendo las instrucciones de la etiqueta. Ante la duda, hazlo con agua fría, un jabón neutro, con un centrifugado más bien suave y sin suavizante. Deja que se sequen al aire y nunca al sol para que no se decoloren. Si es posible colócalas extendidas para que no se deformen. Si las fundas no se pueden quitar, antes de limpiarlo, comprueba en qué tejido está confeccionado tu sofá y, antes de aplicar cualquier tratamiento, asegúrate de que no se estropea o decolora en una parte no visible de la tapicería.